Laida Lertxundi
















A L I E N T O
Laida Lertxundi, Beatrice Gibson
comisariado por Anna Manubens
Nogueras Blanchard
Barcelona Nov 17 - Dic 18, 2020


Autoficción (2020), una de las películas más recientes de Laida Lertxundi, viene a acompañar a I Hope I’m Loud when I’m Dead (2018) de Beatrice Gibson con la que se inauguró el ciclo A L I E N TO en septiembre.

Pese a las diferencias de sus lenguajes y referencias, tanto Beatrice Gibson como Laida Lertxundi tienen una manera de hacer cine que coloca en el centro la cuestión de lo colectivo. No tanto, o no solo, como tema sino como proceso. Lo colectivo se pone en obra en la obra. Ambas han aprovechado sus producciones para indagar la posibilidad —o el fracaso— de hacer a varias manos. En el caso de Lertxundi esta ha sido una constante en su trabajo y uno de sus rasgos más singulares. En sus rodajes no hay funciones asignadas técnica o jerárquicamente. "Son todas no-profesionales, son amigas, compañeras artistas, estudiantes de mis clases...Más allá de los temas que pueda tratar una película, para mí es esencial crear un método de producción que desmantela el lenguaje del cine de ficción. Es decir, deshago la diferencia entre equipo de rodaje y actores. Todas las personas que vemos en pantalla también graban sonido, ayudan a filmar o a llevar el equipo, escriben para la película o hacen los créditos. La cuestión es cómo conseguir esa textura en la que la intimidad surge del desmantelamiento de los roles y estructuras de producción. En mis películas, el equipo también son las personas en la pantalla." (L.L.)

Podría decirse que Lertxundi hace películas como quién escribe un diario, como un hábito sostenido de ir transcribiendo —o de ir transcriviendo— lo que la rodea haciendo intervenir a quiénes con-forman el relato, ya sean presencias físicas o referencias sonoras, visuales, literarias o conceptuales.

Por otra parte, si I Hope I’m Loud when I’m Dead, es un mal augurio ante la era Trump cuando ésta se encuentra en sus albores, Autoficción la sufre ya de lleno. De modo más poético que documental, Lertxundi evoca el descuido de los cuerpos ante el desmantelamiento por ejemplo del Obama Care. De hecho, el título de trabajo de la película fue durante un tiempo Daytime Noir [cine negro de día], una imagen en clave cinéfila de la supresión de acceso a la sanidad como un crimen perpetrado a pleno sol que vuelve a estar de actualidad. El audio, una exquisita banda sonora hecha de capturas de cantos de pájaro en Nueva Zelanda, puebla imágenes con las que no tiene nada que ver, agravando la sensación de inquietante normalidad.

En particular Autoficción trata de los cuerpos de mujeres y de quién sobre ellos decide. Podrían interpretarse en esta línea las secuencias de cuerpos arrastrados por el suelo si no fuera porque decantarse por una sola interpretación en el cine de Lertxundi es constreñir la poética múltiple de las imágenes. Esos mismos cuerpos en el suelo, parecen también disfrutar de dejarse estar y son los que se ponen en pie, movilizados en la parade del "Martin Luther King Day" que se celebra anualmente. La intencionalidad de las imágenes es más bien la que la artista formula citando de memoria a Maya Deren: "Me contento con que en una de esas raras ocasiones en que la verdad solo puede decirse con poesía, tal vez recuerdes una imagen — o incluso únicamente el aura de mis películas."

La intemperie en la que se estaba abandonado al cuerpo fue una de las razones por las cuales Lertxundi, que había hecho toda su carrera artística en EEUU, abandonó el país para retornar a Bilbao, dónde nació. Autoficción fue la última película que rodó en California. Lertxundi intervendrá de nuevo en A L I E N T O a partir del mes de marzo para exponer la manera en que retomó su trabajo después del cambio de paisaje y en plena pandemia. La separación de ambos momentos quiere insistir en la discontinuidad generada desde los confinamientos.

Por último, Autoficción comparte con la película de Gibson la referencia explícita a la maternidad confrontada con la dureza del contexto actual. Autoficción usa modos frontales de hablar de embarazos, abortos o soledades elegidas en una película que si bien bebe del llamado estructuralismo cinematográfico —esencialmente masculino— aparece en sus películas filtrado por un prisma feminista que entre otras cosas aborda estos temas sin pudor ni cortes. Hablar sin ser interrumpidas, sin cortarse, era una de las premisas de las sesiones llamadas "consciousness rising" que se llevaban a cabo en EEUU durante Segunda Ola de feminismo. Es una dinámica que la artista reprodujo como parte de los ejercicios de rodaje y es un buen resumen de cómo el cine de Lertxundi toma la palabra.

Las primeras palabras en off de Beatrice Gibson en I Hope I’m Loud when I’m Dead (2018) describen un ataque de pánico en el metro de Londres mientras, en un montaje espasmódico y acelerado, se suceden imágenes del Brexit, de altercados en las calles, de la elección de Trump, de la crisis climática, del incendio de la torre Grenfell y de la denegación de entrada a refugiados. En esta espiral cotidiana de desasosiego se intercalan breves segundos de imágenes de la privilegiada calidez de la vida de la artista, mientras su voz describe el estado de alerta de su cuerpo. "I can still feel my body except it’s like the skin has gone. It’s all nerve. Edgeless. Pulsating. There’s intense breathlessness."[1]

I Hope I’m Loud when I’m Dead captura la tensión producida por la porosidad entre la crudeza del newsfeed global y la precaria sensación de amparo en la intimidad. La película indaga cómo se hace sostenible la intersección entre el pánico frente al futuro que auguran los acontecimientos y la exigencia de un futuro habitable, viable. Una exigencia que, en el caso de Gibson, se ve amplificada por la acuciante demanda de largo plazo que lleva consigo la maternidad. Instalada en esta intersección entre lo global y lo doméstico, I Hope I’m Loud when I’m Dead es como un conjuro; una invocación a las voces que hacen posible no rendirse ni al cinismo, ni al desespero y con ello mantener a flote la posibilidad de réplica política. Y así aparece en la obra: frente al discurso de investidura de Trump en 2016, la artista compone –en la película y con la película– un ritual somático-poético con esas voces. Les poetas CA Conrad y Eileen Myles que aparecen en la película, así como fragmentos de textos y poemas de Audre Lorde, Adrienne Rich y Alice Notley, el cine de Claire Denis o la música de Pauline Oliveiros son el coro que sostuvo y sostiene a la artista en ese ambivalente lugar entre el amor y la rabia. "Grief, war, destruction, fear, It’s almost all okay because these voices exist."[2]

Estas voces son una especie de familia electiva de supervivencia que la artista comparte con un las/os espectadoras/es en general y con su hija en particular. "I wanted to put all these voices in one frame for you, so that one day, if needed, you could use them to unwrite whoever it is you’re told you’re supposed to be."[3] Más que un kit de supervivencia, estas compañías funcionan como su kin [4] poético de supervivencia.

Ante un paisaje biológico, social, político, cognitivo y económico cada vez más angustiante y paralelo a un planeta irreversiblemente maltratado, I Hope I’m Loud when I’m Dead adquiere una nueva relevancia. La película de Gibson propone la poesía, los parentescos electivos, y el poder del ritmo colectivo como una forma de sosiego terapéutico y acción política.

La última escena de la película de Gibson es una versión del inolvidable final de Beau Travail de Claire Denis, en la que Denis Lavant baila solo en una discoteca vacía. Gibson baila extáticamente permitiéndonos el privilegio de una bocanada de aire producida por el placer de abandonarse momentáneamente al ritmo y al movimiento.

[1] "Todavía siento mi cuerpo pero es como si la piel se hubiese ido, es todo nervio, sin contornos. Latiendo." Cita de I Hope I’m Loud when I’m Dead (2018) de Beatrice Gibson.

[2] "El dolor, la guerra, la destrucción, el miedo. Se hacen casi soportables porque estas voces existen." Cita de I Hope I’m Loud when I’m Dead (2018) de Beatrice Gibson.

[3] "Quería juntar todas estas voces en un solo encuadre para ti, para que un día, si las necesitas, puedas usarlas para des-escribir quién sea que te hayan dicho que deberías ser." Cita de I Hope I’m Loud when I’m Dead (2018) de Beatrice Gibson.

[4] "Kin" en inglés quiere decir parentesco o relación y es una noción tomada de Donna Haraway quién insiste en tejer vínculos —"making kin"— como única estrategia posible para sobrevivir en su libro Staying with the Trouble:Making Kin in the Chthulucene (Duke University Press, 2016)




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